La fuerza es una capacidad física básica que nos permite generar tensión intramuscular frente a una resistencia pudiéndose producir con ello movimiento o no.

Numerosos estudios han demostrado que su entrenamiento tiene múltiples efectos beneficiosos para nuestra salud tales como: mejora de la presión arterial y el sistema cardiovascular, mejora de la diabetes, mejora de la densidad ósea, reducción de la sintomatología depresiva, mejor pronóstico en enfermedades crónicas, mejora la composición corporal en diversas patologías como las oncológicas, propicia un envejecimiento saludable y ayuda a prevenir lesiones.

Durante la práctica de marcha nórdica el cuerpo pone en funcionamiento hasta un 90% de la musculatura global del mismo, esto quiere decir que no sólo ejercitamos los músculos de los miembros inferiores sino que también intervienen los del tronco y los miembros superiores.

Es muy importante para la correcta realización de la técnica conseguir una buena alineación corporal y realizar una activación muscular selectiva, coordinada y global; lo cual, requiere consciencia corporal y concentración hasta que se automatizan los movimientos y conlleva gasto energético y esfuerzo físico.

Ante patologías neurodegenerativas en las que la afectación de los sistemas nerviosos central o periférico altera la función muscular, patologías traumatológicas en las que los periodos de inmovilización han provocado atrofia muscular, patologías oncológicas o disfunciones derivadas de la edad, llevar a cabo entrenamientos de fuerza específicos adaptados a la condición y necesidades de cada individuo, puede resultar altamente beneficioso en su calidad de vida. Dichos entrenamientos podrían consistir en realizar caminatas de dificultad ascendente o contra resistencias.